Hace unos días nos fuimos a Córdoba a pasar unos días. Tenemos unos amigos allí y hace 7 años que no nos veíamos.
Durante estos 7 años, nosotros hemos tenido 4 hijas (entonces estábamos embarazados de la Topito) y ellos 2 hijos más (tenían ya dos hijas por aquel entonces).
Así que planificamos el viaje, temiendo no la estancia allí, sino la ida y la vuelta, ya que teníamos unas 6 horas de coche. Como estamos acostumbrados a viajar con ellas y las conocemos, salimos a las 6 de la mañana para ver si podíamos hacer una parte del viaje tranquilos, y además hicimos acopio de juguetes, libretas para pintar, gomets, la tablet y el DVD portátil, chucherías, zumos, bocadillos… eso sin contar con las bolsas de ropa, cuna plegable, carro del bebé y un largo etcétera. El viaje fue muy bien, apenas paramos veinte minutos y llegamos a Córdoba a muy buena hora.
Si alguien se pregunta si todo nos entró en el coche, la respuesta es sí, ya que hace cuatro meses que tenemos un vehículo nuevo: una furgoneta de 8 plazas con un pedazo de maletero, que ya les gustaría a los del Equipo A.
Así que, aprovechando este feliz encuentro, decidimos llevar a los niños cordobeses regalitos.
Pregunta de examen: ¿a qué no sabéis qué les regalamos?
Pues un puñado de juegos de mesa. Así que, como los niños tenían 10, 8, 4 y 1, les regalamos juegos que seguro que triunfarían porque a nosotros nos han gustado mucho. Se trataba de Los Tres Cerditos, el Coloretto, el Piratas de la Suerte (pendiente para futuras entradas), el El Fantasmas Gelatinosos, que es el que traemos hoy aquí.
En este juego, nos metemos en la piel de tres cazafantasmas que se han adentrado en una mansión encantada con el fin de capturar a todos los fantasmas utilizando unas pistolas que disparan gelatina. ¿Te apuntas?