La polilla tramposa: bichos y trampas a punta pala

¡Qué rabia nos da cuando alguien hace trampas! De hecho, y seguro que os pasará a vosotros con vuestros hijos, cuando una de las mías se equivoca al aplicar las reglas de un juego siempre hay alguna que salta y dice: «ha hecho trampas», y entonces se lía parda. Pues bien, en este juego de cartas lleno de bichos vamos a poder a hacer trampas, ¡por fin!, y liberar a esa bestia interna que siempre tenemos encadenada. Pero, ¿podremos ganar incluso haciendo trampas?

NOMBRE: La Polilla Tramposa

MARCA: Devir

PRECIO APROXIMADO:  10-12 €

INSTRUCCIONES EN CASTELLANO:

EDAD: más de 7 años

Nº DE JUGADORES: de 3 a 5

JUEGO COOPERATIVO: No

RITMO DE JUEGO: Por turnos

DURACIÓN DE LA PARTIDA: 15-25 minutos

CARACTERÍSTICAS:

El juego viene en una caja pequeñísima, en cuyo interior encontramos las cartas, de un tamaño y calidad normales.

Los dibujos de los bichos son sencillos y simpáticos, sin ser nada del otro mundo.

FUNCIONAMIENTO:

OBJETIVO DEL JUEGO:

Es ser el jugador que menos puntos negativos tenga al final del juego, que tiene tantas rondas como número de jugadores.

La ronda se acaba cuando un jugador se queda sin cartas, entonces los demás jugadores cuentan el número de cartas que tienen en su mano y cada carta corriente cuenta como un número negativo, pero las cartas de polilla tramposa cuenta por 10 puntos y las de cartas de acción por cinco puntos.

PREPARACIÓN:

Se aparta la carta del chinche guardián, que se reparte a un jugador y la deja frente a él y se baraja el resto de las cartas, repartiendo luego 8 cartas a cada jugador. Se destapa la primera carta del mazo y se deja a la vista.

FUNCIONAMIENTO DE LA RONDA:

Cada jugador juega una carta en su turno, si puede. Cada carta tiene un número del 1 al 5, para poder jugarla tienes que jugar una carta con un número justo por encima o por debajo de la carta que está sobre la mesa, salvo los números de los extremos 1 y 5 (si hay un 1 se podría tirar un 2 o un 5, y al revés si hay un 5 en la mesa).

Además de eso, los jugadores pueden, mediante trampas, deshacerse de cartas cuando quieran.

LAS TRAMPAS:

Es el corazón del juego. Los jugadores no solo se deshacen de sus carta jugándolas, sino que en cualquier momento pueden, de forma disimulada, deshacerse de cartas de formas «poco convencionales», siempre de una en una, dejándolas caer de su mano, tirándolas por encima de su hombro… Como queramos.

EL CHINCHE GUARDIÁN:

Su función es vigilar que nadie haga trampas. Si pilla a alguien haciendo trampas lo dice, se para el juego y este jugador tramposo recupera la carta que ha tirado y el chinche guardián le da un carta suya y la carta de chinche guardián, por lo que ahora lo es ese jugador.

Si el chinche guardián se equivoca al acusar, roba una carta.

LAS CARTAS:

Como hemos comentado, cada carta tiene un valor pero además hay ciertas cartas que tienen funciones especiales y que se aplican al jugarlas:

  • Polilla tramposa: no tiene ningún efecto pero no se puede jugar. Tienes que deshacerte de ella haciendo trampas, no puedes pasársela a otro jugador. Solo el jugador con el chinche guardián puede jugarla de forma normal.
  • La hormiga: todos los jugadores menos tú roban una carta.
  • El mosquito: todos los jugadores se lanzar a aplastar a la carta de mosquito. El último que pone la mano recibe una carta de cada uno de los jugadores.
  • La cucaracha: tienes que poner una carta con el mismo número encima, el que primero lo haga se descarta de esa carta, los demás no.

Estas cartas son fundamentales en el juego porque forzarán a los niños a no estar solo pendientes de las trampas.

VALORACIÓN:

Se trata de un juego sencillo de aprender, además de divertidísimo, donde nuestros niños tendrán que utilizar:

  • Planificación: para decidir qué cartas guardar para ciertos momentos y cuáles jugar.
  • Contar números sencillos: para saber qué carta se puede jugar.
  • Atención: en este juego es fundamental. El que haga de chinche guardián, para ver quién se la está jugando, y los demás, para ver si el chinche guardián les mira, además de atención a las cartas que se están jugando. Por una parte, los jugadores estarán concentrados en el chinche guardián, para, cuando no mire, deshacerse de cartas, pero por otro hay que seguir la ronda porque las cartas de acción te obligan a intervenir.
  • Habilidades sociales: ser sinceros por una parte y por otra fiarse de la palabra de los demás.

La figura de chinche guardián es genial porque obliga a uno de los jugadores a vigilar a los demás y  estar pendiente de ellos, aunque no es nada fácil porque mientras somos chinches guardianes sabemos que nos están haciendo trampas, pero muchas veces no lo estamos viendo. A mayor número de jugadores, más complicado es pillar las trampas de los jugadores, y también depende de la configuración de la mesa, ya que de normal vemos peor a la persona que tenemos justo a nuestros lados y por tanto esos tendrán ventaja.

El problema de la figura del chinche guardián es que los niños deben de ser muy sinceros, porque cada jugador está concentrado en su partida solo el chinche guardián vigila a los demás, por lo que si un jugador se acaba de deshacer de una carta, el chinche guardián lo dice y este lo niega, como seguramente nadie más lo ha visto se puede desatar una trifulca, por lo que es importante al principio del juego informar a los niños de que deben de ser sinceros. El problema, básicamente, está en el tiempo que pasa entre que un jugador hace la trampa y el chinche guardián lo detecta.

Otro punto conflictivo es que las reglas prohíben tirar varias cartas a la vez haciendo trampas, y tampoco esto será fácil de controlar, por lo que tendremos que fiarnos de la buena fe de los demás jugadores.

Lo mejor:

  • Es un juego divertidísimo, como hemos comentado, y no veas las caras que ponen los niños cuando están haciendo trampas y ven que el chinche guardián no se entera de nada.
  • El doble juego que tienen que seguir los niños: estar pendientes de cómo va la ronda de cartas y a la vez pendientes de cuándo hacer las trampas.
  • No ocupa nada de sitio, se puede llevar a todas partes.

Lo más flojo:

  • La opción de hacer trampas a muchos jugadores pesa demasiado, ya que el chinche guardián tiene complicado controlar a todos, lo que hace que a veces el peso del juego sea ese y se pierda en parte toda la estrategia de las cartas, ya que los jugadores estarán más preocupados de cómo deshacerse de sus cartas mediante trampas que de ver qué jugadas son las mejores.
  • La probabilidad de extraviar cartas o que se ensucien es alta, ya que al acabar la partida vamos a tener cartas por el suelo.
  • Para jugar necesitamos una mesa, es mucho más complicado jugar en el suelo.

En cuanto a la edad, a partir de 7 años se puede jugar sin problema (un poco antes también), y en cuanto al número de jugadores, nosotros lo hemos probado a 3 y a 4 y funciona bien, pero entendemos que funciona bien desde 3 hasta 6 jugadores.

Lo recomendamos para: personas a los que les guste hacer trampas, los juegos sencillos y rápidos de cartas y también para los amantes de los bichos.

CALIDAD/ DISEÑO: 6/10

COMPLEJIDAD (PARA EL NIÑO MÁS PEQUEÑO): 6/10

AZAR: 6/10

HABILIDAD (MANUAL): 7/10

MEMORIA: 0/10

DIVERSIÓN: 10/10

PUNTUACIÓN TOTAL: 6,75/10

Deja un comentario