Pues sí, señores, hacía tiempo que teníamos que decirlo, pero más vale tarde que nunca.

La «empresa» familiar que es Universin va ampliarse en un séptimo miembro en apenas 3 meses, por lo que pasaremos a ser Anna y yo, que somos los «directores ejecutivos», y nuestras cinco «empleadas».

Además, como podéis deducir, lo que viene es otrA empleadA, que podéis ver aquí en primicia:

Se tapa la cara porque es un poco tímida.

La verdad es que, aunque nos daba igual, todos preferíamos, puestos a elegir, otra niña, y así ha sido. De hecho, cuando hicimos la pequeña fiesta en casa a las peques para comunicarles que iban a tener un nuevo hermanito (tal y como hacemos siempre), se pusieron contentísimas (bueno, la pequeña se está haciendo a la idea, no acaba de entenderlo del todo).

(Si quieres que te cuente algunos secretos para sobrevivir, y más aún, vivir feliz con una familia numerosa, solo tienes que seguir leyendo)

Aquí tenemos a mis seis niñas.

Por tanto, para celebrar el futuro nacimiento, pronto organizaremos «algo»; ya sabéis que nos encantan los sorteos.

Aquí estoy con mis 4 joyas.

No obstante, quiero aprovechar esta entrada para animar a todos los que deseáis ser padres porque no lo sois o deseas serlo de nuevo, sobre todo porque hace poco apareció por ahí un artículo de «especialistas» australianos que decían que «tener un segundo hijo empeora la salud mental de los padres» ( aquí tenéis el enlace) y claro, uno lee y escucha esto y si no tiene hijos quizá se le quitan las ganas de tener, y si tiene uno ni se le ocurre tener otro. Eso es como cuando sale un artículo de esos de «tener y mantener un hijo en España durante su primer año de vida cuesta 5.500 euros» que tenéis aquí. Claro, uno lee eso y se asusta. ¿A quién le sobran 5.500 euros para criar un hijo? A mí no.

Así que aprovecho para deciros varias cosas desde nuestra experiencia como padres, para animaros y que podáis ver un poco la realidad vista desde la práctica.

De entrada, partimos de que:

todo hijo es una bendición, un regalo, porque no es un medio para conseguir algo, sino un fin en sí mismo. Da igual que sea el primero que el quinto, los quieres a todos igual y no quitarías a ninguno porque todos son únicos y diferentes.

Segundo punto, os puedo asegurar que soy infinitamente más feliz ahora que de recién casado, y que yo sepa se trata de ser feliz. Ojo, digo feliz, no descansado. Lo de descansar está sobrevalorado, y si no mira a todos esos que se machacan en el gimnasio, con dietas durísimas y luego hacen el maratón, el triatlón, la vuelta ciclista a España… y son admirados por todos. Menuda vida de sacrifico y esfuerzo, la de los deportistas de élite, y nadie les pregunta «¿pero cuándo descansáis?», «jo, yo no podría», «¡madre mía, estáis locos!». Yo creo que es infinitamente más bello y satisfactorio criar hijos que ganar carreras y trofeos.

Ahora bien, escuchas a gente hablar y claro, te choca, como por ejemplo cuando un compañero de trabajo le dijo ¡valiente! a otro que iba a tener el segundo hijo (¿en serio? ¿valiente por tener dos?) o cuando hace unos años entrando en el supermercado una señora nos dice «¿Todos estos niños son tuyos», a lo que yo respondí «Señora, ¿cómo que todos? Solo son tres».

Así que entremos en los entresijos de una familia numerosa:

La casa

También están los que dicen «tendréis una casa muy grande».

Pues bien, para tener hijos no hace falta tener casa especialmente grande. Obviamente en un estudio será difícil acomodar a más de uno o dos hijos, pero nuestra casa no es una mansión, sino que tiene unos 110 metros cuadrados. Antes tenía menos pero gracias a las terrazas hemos podido ampliar y os puedo asegurar que vivimos de maravilla, además de que optimizamos el espacio. Obviamente me encantaría una casa más grande, claro, pero no tengo posibilidad de comprar otra (ahora llegaremos al tema del dinero) y no voy a decirle a un futuro hijo mío: «lo siento, no vas a nacer porque nuestra casa es pequeña y, claro, tendrías que compartir habitación con otro hermano porque no voy a quitar el vestidor para que nazcas tú, así que lo siento, majo».

El dinero

¿Cobraréis mucho?

Pues no nos podemos quejar porque trabajamos los dos y no cobramos mal, sobre todo mi mujer, que cobra más que yo trabajando menos horas, pero no podríamos pasar dos meses sin trabajar porque no recibimos dinero extra de nadie.

¿Y los ahorros?

Bueno, ¿dónde pone que haya que tener ahorros? ¿Cuántos emprendedores empezaron en el garaje de su casa sin un euro y son el modelo a seguir?

En cuanto al coste de niños:

¿Cuanto me gasté en el nacimiento de mi primera hija? Pues compré el carro, la cuna, el moisés, el carro de paraguas, la bañera, la silla del coche, la trona y ropita de bebé. Ya podéis contar…

¿Cuánto me gasté en el nacimiento de mi segunda hija? 0 euros.

¿Cuanto me gasté en el nacimiento de mi tercera hija? Unos 100 euros (compramos un carro paraguas de segunda mano que estaba nuevo).

¿Cuanto me gasté en el nacimiento de mi cuarta hija?  Pues unos 200 euros (compramos unas piezas de recambio para un carro que nos dieron).

Vale, luego están los pañales, que cuestan lo suyo, y la leche en polvo (que con las dos últimas niñas no compramos ni un bote porque tuvieron lactancia materna hasta más allá de un año), pero incluso ese gasto es asumible y recortable de otros. Prefiero gastarme el dinero en un hijo mío que en unas vacaciones.

¿No me puedo ir a Disneyworld? No, ni me importa, ni a mis hijas les importa. Tampoco he estado en la Patagonia y no pasa nada. Además, hay sitios chulísimos a los que sí podemos ir, como Portaventura o Senda Viva.

¿No puedo llevarlas a un colegio privado? ¿Y qué? Conozco un montón de gente que ha ido a colegio privado y no tiene estudios. Además, la verdad, me sabría mal decirle a un posible hijo mío: «mira, como no te puedo llevar a un colegio privado, mejor no nazcas». Y luego está mi experiencia, yo soy hijo de familia numerosa, igual que mi mujer, y los dos tenemos carrera universitaria.

¿Nos vamos de vacaciones al pueblo de mi suegro en lugar de a un complejo turísitico? ¿Y qué? Mis hijas adoran el pueblo de mi suegro.

NO TIENES VIDA

¿A qué hora cenábamos cuando teníamos una hija? A las 8

¿A qué hora cenamos ahora que tenemos 4? A las 8

¿A qué hora se van a la cama cuando teníamos una hija? A las 8 y media.

¿A qué hora se van a la cama con cuatro hijas? A las 8 y media.

Obviamente ahora no se duermen enseguida, pero están leyendo tranquilas durante un rato (cosa rara, no entiendo si duermen todas juntas por qué no riñen en la cama, con lo que les gusta reñir el resto del día).

Y lo mejor es que luego oyes hablar a los que tienen 1 o 2 hijos y se quejan de que no pueden más y de que sus hijos no les dejan vivir y que no tienen relación de pareja y yo pienso «pues nosotros vivimos de maravilla», así que no es un problema de número.

Es cierto que nuestra hija mayor era muy cañera de pequeña, pero lo cierto es que vivo más tranquilo ahora que cuando tenía 1. Con mi hija mayor no podía ir ni a mear, la tenía siempre encima pegando la brasa. Ahora pasamos muchos ratos a la semana con ellas, ya sea leyendo, ayudando en los deberes, jugando a juegos de mesa o viendo alguna peli en familia, pero es mucho más distraido y divertido que cuando solo teníamos a Topy. Además, según se van haciendo mayores se van volviendo más independientes, además de que hay ratos que juegan las unas con las otras y te dejan tranquilo.

¿A qué hora me pongo a escribir artículos como este en el blog o a escribir mis novelas?

Con una hija, a las 9 y media de la noche; con cuatro, a la misma hora, con la salvedad de que hay algún día que, si están tranquilas, a las 6 de la tarde me puedo poner a escribir media hora. Con una no podía.

Es cierto que hay que saber organizarse, y tanto Anna como yo somos muy organizados (sobre todo Anna, que es una bestia de la planificación) y hay veces que la casa no está impoluta (sí, de recién casados quitaba el polvo dos veces a la semana y ahora lo hago una vez cada 8-9 días, ¿y qué?)

También es cierto que hay más follón de ropa y que mis hijas son unas máquinas de ensuciar, pero por contra, a Topy, de 9 años, ya le hacemos poner el lavavajillas. Buhína, de 5, ya pone la mesa con Bomba, de 7, se hacen la cama (eso sí, si se lo dices, si no nada), y ya les he avisado que mi objetivo es que cuando Topy tenga unos 11 años se encarguen ellas solitas de recoger y limpiar cada día la cocina y su madre y yo no hagamos nada de eso, además de que en nada a Topy ya le haremos fregar el suelo de vez en cuanto (ahora empieza a barrer).

Hace poco descubrí este artículo de la Ley de Protección de la infancia y me encantó:

Art. 9 ter. Los menores deben participar y corresponsabilizarse en el cuidado del hogar y en la realización de las tareas domésticas de acuerdo con su edad y con independencia de su género.»

Así que nada, el resumen es que ni Anna ni yo somos superpadres, ni unos masocas que lo pasan fatal a propósito, ni nuestras hijas son buenísimas, ni nadamos en billetes de cien euros y por eso tenemos una «chacha» que cuida a las niñas todo el día.

Lo que pasa es que a la gente le gusta mucho dramatizar, la verdad y de hecho, yo cuando era soltero, después de oír a la gen hablar, pensaba que tener un hijo era morirse y que se te acababa la vida cuando llegaba y la sorpresa fue, cuando nació Topy, la bomba de felicidad que supuso para nuestras vidas.

Así que nada, este artículo no es para alardear de nada, sino para deciros que adelante, que la vida es maravillosa y que la felicidad es para los valientes, no para los que están siempre con la calculadora en la mano.